356 A.C en Macedonia y murió en el 323 A.C en Babilonia (32 años)
La figura de Alejandro Magno quizá sea de las más atractivas de la
Historia. En sus treinta y tres años consiguió conquistar el mayor Imperio
alcanzado hasta ese momento, llegando a las tierras bañadas por el Indo
y dominando la mayor parte del continente asiático. Sus hazañas le han
convertido en un mito y, en algunos momentos, en casi una figura divina,
posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a lo largo de su
vida. Hijo del rey Filipo 3 de Macedonia y de la princesa Olimpia,
perteneciente a la familia real del Epiro.
El joven pronto manifestó una gran afición a la lectura, especialmente los
poemas épicos donde se loaban a los héroes de los que descendía. Imitar
a esos héroes se convertirá en una de las obsesiones de Alejandro.
Una vez formado, Alejandro fue puesto bajo la tutela de Aristóteles, quien
continuó con la educación griega que estaba recibiendo. Corría el año 342
y el joven príncipe contaba con 14 años. Aristóteles impulsó el interés de
su discípulo por la geografía, la medicina, la poesía, la zoología, la
botánica. Entre preceptor y alumno surge una interesante relación que
perdurará en el tiempo, influyendo la doctrina del filósofo en la manera de
actuar de Alejandro. Paralelamente a esta formación académica, el
príncipe continuó con su formación atlética y militar, crucial para los
diversos hechos de armas que vivirá más adelante. Durante estos años
entablará un estrecho contacto con algunos militares, que se convertirán
en auténticos compañeros de batalla. Uno de ellos fue Clito, hermano de
Lánice, asesinado por Alejandro tras beber más vino de lo conveniente en
una fiesta
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